En qué medida heredamos comportamientos, deudas o «programas» de nuestros ancestros?
¿Qué sentido tiene esto para la vida?
Nuestros cromosomas nos transmiten la información del ADN de cada uno de nuestros padres. No podemos escapar de nuestra biología, pero sí transformarla.
Heredamos los comportamientos y facultades de nuestros ancestros. Es un gran regalo de la vida. No tenemos que volver a crearlo todo al nacer.
Sin embargo, hay más que la biología: está lo sistémico y la resonancia. Por nuestra estructura sistémica vivimos en interrelación con todos los demás, con los presentes como con los antepasados, a los que estamos ligados a través de tres grandes principios: el orden jerárquico, el equilibrio entre dar y recibir y el derecho de pertenencia de todos. Cuando en una generación existe una transgresión de estos principios, un descendiente será designado para compensar lo que el ancestro no hizo.
En cuanto a la resonancia, otro incalculable regalo de algo más grande, hace que todos estén siempre informados de todo lo que viven los demás, y en ciertas circunstancias, esta misma resonancia provoca la imitación instintiva de comportamientos de personas desconocidas.
Bert Hellinger, creador de esta metodología, se define como filósofo. ¿Cómo se pasó de la terapia a la filosofía en el ámbito de las constelaciones?
Todos nuestros actos dependen de nuestra manera de ver la vida. Esto es particularmente cierto con las psicoterapias o herramientas de ayuda. Todas dependen de la filosofía del que las emplea, y conforme uno cambia de creencias o de visión sobre la vida, va adaptando espontáneamente sus herramientas de ayuda.
Hellinger no se pasa de la filosofía a la terapia, sino que es filósofo, y de su visión de la vida surge la herramienta correspondiente.
Entonces ..., ¿qué es realmente una constelación?
¿Cuál es su alcance terapéutico?
Se parte del principio de que en el espacio, y por tanto, en nosotros, está toda la información. Si alguien tiene un problema, una persona «representará» ese problema, sin intención ni emoción, y de esta simple representación surgirá la realidad de ese problema: las relaciones que crearon ese problema.
Y observamos que todo vuelve a lo mismo, a relaciones familiares desordenadas, a principios sistémicos transgredidos inconscientemente, al no respeto al padre o a la madre…
El movimiento espontáneo de los representantes es siempre hacia una reconciliación con la vida; por lo tanto, hacia la sanación o resolución de los problemas planteados.
Las constelaciones aportan fundamentalmente bienestar en la vida de las personas. La visión de la vida de estas personas cambia, y esto mismo, a su vez trae sanación. Muchos problemas se transforman o desaparecen: enfermedades, deudas, soledad, falta de trabajo, comportamientos nocivos, etc.
¿En qué se parecen a una meditación?
Cuanto más conectados con algo mayor están el constelador, el cliente y los representantes, más eficaz es la constelación. Esa conexión es una meditación…
¿Por qué se dice que las constelaciones son fenomenológicas?
La actitud fenomenológica busca descubrir la realidad debajo de las apariencias. La representación del problema del cliente es un acto fenomenológico, pues el representante se deja llevar por la energía del campo, sin saber qué hace, sin comprender, sin intención, sin emoción y sin hábitos (no repite ningún gesto aprendido).
Y de este dejar hacer nace la realidad profunda, el fenómeno del problema o de su solución.
Las constelaciones son una apertura de la conciencia a la realidad fenomenológica de los sufrimientos de los clientes. Bert Hellinger sabía que todo era sistémico y comprendió poco a poco que la representación permitía descubrir las dinámicas sistémicas transgeneracionales profundas (lo fenomenológico) que provocan los sufrimientos de los seres humanos.